Vuelo final II
No eres tú muerte,
orquídea de pétalos destronados,
la que el condenado a praderas
lleva entre los ojos ausentes:
es un triste vuelo de ala truncada,
un beso de piedra vacío de viajeros
o el frío azul que se olvidó en el vientre.
Puse la frente en tu espuma profana
y atravesó el granizo mi máscara férrea;
sin campanas,
sin insectos,
sin alma,
sola fui lo que no pudo renacer:
una nueva patria del silencio.
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