Canto final a la ciudad
Ciudad de vagas sombras coloniales,
Te siento en cada vuelco de mi nueva esperanza.
Estás en el más simple de mis actos,
En mi nativo sueño,
En mi constante fuego desatado.
Amo tus ventanales ojerosos, tu dura luz,
Tu rara geometría,
Tu abanico de sombras,
Tu silueta de alfombra musulmana.
He recorrido todos tus matices,
Tu definida historia, tu modesto atavío,
Tus reliquias.
He ido a cada paso de tu anhelo
Y viajas en mi sangre, inseparable.
Yo te encuentro en mis manos, San Miguel,
Y te muestro desnudo frente a cada latido
De los pueblos.
Eres noble y leal con tu silencio,
Con tu eterna mañana.
Eres noble y leal con tu gran pueblo,
Donde el hombre es palabra no apagada.
Ciudad del nuevo grito, ciudad-jardín,
Geranio indescifrable.
Ciudad de altiva voz,
Pájaro alerta.
Ciudad de alero inmenso,
Hospitalario suelo de agua quieta.
Legendaria ciudad, siembra morena,
Te ofrezco esta canción desde mi roja sangre:
Mañana un nuevo trigo habrá en tus mesa.
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