Soneto a la yaya
Querida yaya, como el buen Cervantes
en prisiones oscuras nos hallamos.
Lo que importa está libre: nos amamos
su hija y yo, señora, más que antes.
Mas no es sólo el fervor de ser amantes
la alegría actual, sino el empeño
de dedicar a la verdad de un sueño
nuestras vidas contantes y sonantes.
la alegría actual, sino el empeño
de dedicar a la verdad de un sueño
nuestras vidas contantes y sonantes.
Miedo al exterior, oh prisión mía,
oigo risas que llegan a mis huesos:
hay quien se piensa libre todavía.
oigo risas que llegan a mis huesos:
hay quien se piensa libre todavía.
Pero a pesar de todos los procesos
la noche es enemiga, nuestro el día:
nosotros somos libres y ellos presos.
la noche es enemiga, nuestro el día:
nosotros somos libres y ellos presos.
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